La versión danzada sobre la novela de Carlo Collodi se presenta el jueves y el viernes en el Teatro Real.
Este cuento no es el de un rey, una reina o una princesa encerrada en un castillo. Es la historia de un pedazo de madera que se transforma en un niño de verdad, un niño de carne y hueso. Esta novela fue publicada hace 135 años, sin embargo, la figura de Pinocho parece tan antigua como la de los personajes de los ancestrales cuentos de hadas.
En Pinocho se habla de bondad, ingenuidad y trabajo versus la picardía y holgazanería. La famosa escena de la nariz que crece no es más que una metáfora de oposición entre mentira y verdad, sin embargo ésta no es el eje del relato original de Collodi, antes bien se hace hincapié en el valor del trabajo, del estudio, en la importancia de aprender y dominar un oficio o profesión frente a la posibilidad de dejar transcurrir los días sin hacer nada útil para uno mismo y para los demás.
La VozPinocho es un personaje que vive intensamente la pobreza en un contexto también muy pobre, donde Gepeto, su papá, debe vender el único abrigo que lo protege del frío para comprarle a Pinocho el diccionario escolar. Se habla de sacrificar valores materiales en favor de la educación, considerada un objetivo mucho más elevado. De alguna manera en la novela se reflexiona sobre lo que es educar en condiciones miserables. A pesar de las continuas referencias al deber ser y a la orientación para que los lectores se conviertan en niños buenos, Pinocho nos invita a disfrutar con su sentido del humor, a horrorizarnos con los peligros a los que se expone, a enternecernos con su subrayada ingenuidad. Debe ser por eso que el muñeco de madera no es sólo una de las máximas expresiones de la literatura italiana, sino que es un símbolo reconocido mundialmente.
BEATRIZ MOLINARI
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