La Voz del Interior – 24 de Agosto 2012
La Sala Azucena Carmona en penumbra es el espacio ideal para «Tango», espectáculo que su directora Cristina Gómez Comini plantea como un “experimento” con la técnica del teatro de muñecos japonés.
Todo comenzó con la lectura de la obra de la chilena Ana María Harcha Cortés. «El texto es tan grotesco y melodramático que me pareció interesante que pudieran interactuar actores con muñecos. Durante un taller que hice con Ana Alvarado (El Periférico de Objetos), le comenté que quería trabajar con objetos antropomórficos. Me interesaba saber si ella veía el muñeco al leer la obra. La leyó y le pareció que daba muy bien para muñecos. Entonces me quedé más tranquila. Ya vería después el cómo, para ponerla en escena», adelanta la directora y coreógrafa Cristina Gómez Comini sobre el proceso que desencadenó la intuición paraTango.
Ella armó el proyecto pensando en la Comedia Infanto-Juvenil y el Elenco Estable de Títeres. Después se sumó un actor de la Comedia Cordobesa. Cristina Gómez Comini viene realizando un trabajo silencioso en torno a la dramaturgia. En el caso de Tango, conoció ése y otros textos de la autora en cursos de dramaturgia. «Me gustó, la estudié bastante. Tiene una característica: sus obras se plantean con mucho ritmo y musicalidad», señala la coreógrafa.
Hacia la animalidad
Wilma y Diletta alimentan una mutua y permanente rivalidad. Son hijas del mismo padre y diferentes madres quienes, además, pertenecen a estratos sociales opuestos. El cartero llega a la casa por accidente y desestabiliza el frágil equilibrio de las mujeres.
El diseño de los muñecos es de Rafael Reyeros. Hay una progresión, un cambio en las hermanas y en la situación, que se va poniendo más densa. «Al final acontece algo que hace que las voces entren en escena», comenta la directora e introduce el elemento de la voz de los actores. Graciela Fogliatti y Raúl Sánchez están a la vista pero fuera de escena. Ellos ponen sus voces e intención para que los dos muñecos logren el personaje.
«Imitamos la técnica del Bunraku (teatro de muñecos japonés) que generalmente incluye dos o tres manipuladores. Aquí era difícil por el espacio. Hay un manipulador por muñeco, lo cual da más libertad de movimiento a la historia. Hay mucho movimiento y los manipuladores son muy buenos», dice Cristina.
Se refiere a Luis Michelli, Gretel Istillarte y Eric Venzon. En tanto, Enrique Orozco colaboró en el asesoramiento para la confección de los muñecos.
La música de Tango fue compuesta por Guillermo Ceballos. Al fondo de la escena el trabajo de percusión de Matías Etchezar va remarcando situaciones y momentos propios del grotesco que se va poniendo denso. «Es un chiste con un fondo de realidad», aclara la directora.
Como en la técnica del Bunraku, los manipuladores no hablan y los actores ponen la voz sin poner el cuerpo. «Hay una vueltita de tuerca en la puesta: hago entrar a los actores que tienen un recorrido coreográfico. Van rodeando la escena, avanzan como voces», dice Gomez Comini.
El juego humorístico entre las dos mujeres solas deriva en un grotesco de facetas siniestras. «La obra es muy psicologista –añade la directora–. Se ponen al descubierto muchos tabúes sociales. Se habla en chiste de cuestiones serias. Le di la vuelta de la animalidad que habita en cada ser humano, que crece en lo físico y psicológico. Todos los personajes tienen su costado. El cartero tiene su lado oscuro y un pasado violento que no está explícito, pero se percibe. Ha ejercido violencia sobre otros».
Según la directora y el elenco, la obra plantea una problemática muy «adolescente», en la que también aparece en forma tangencial el tema de la elección de la propia sexualidad, lo que hay que esconder socialmente y aquello que la tradición aprueba.
Planteada para la franja de espectadores mayores de 16 años, Gómez Comini explica que Tango no es para niños porque es violenta: «Lo hemos discutido con el elenco. Si bien los chicos ven cosas peores en televisión, acá hay cuerpos vivos. Hay una violencia de fondo que va creciendo y deja al descubierto la animalidad cuando no controlamos el instinto. Después, lo sexual, la diferencia de clases; el resentimiento que anida; la dificultad en la situación de familias ensambladas. La obra se podría encarar desde lugares distintos».
La autora está al tanto del trabajo que se estrena esta noche, y no deja de sorprenderla el hecho de que se siga haciendo esa obra de su juventud. «¡Cuánto ha recorrido!», dice Cristina que comentó por mail. No es casual que Ana María Harcha Cortés haya escrito esta obra durante un taller con Marco Antonio de la Parra. De ella ha dicho el crítico chileno Benjamín Galemiri: «… dentro del panorama de la nueva dramaturgia chilena es la joven autora teatral más transgresora y más vanguardista de todas y también la que tiene más sentido del humor».
Con respecto al título sugestivo, Tango, Cristina Gómez Comini supone que es un modo de sintetizar la cuestión melodramática y las pasiones expuestas. «En la representación incluimos un tango que compuso Guillermo Ceballos. A los tangos conocidos les cambió la letra. Por ejemplo, se escucha, Por una tijera…»
Tango
Autora: Ana María Harcha Cortés. Dirección: Cristina Gómez Comini. Diseño de muñecos: Rafael Reyeros. Música original: Guillermo Ceballos. Con la Comedia Infanto Juvenil, la Comedia Cordobesa y el Teatro Estable de Títeres. Viernes a las 20 en la sala Azucena Carmona del Teatro Real. Entrada: $ 25. Para mayores de 16 años.