CRISTINA GOMEZ COMINI DIRIGE LA COMPAÑIA NACIONAL DE DANZA CONTEMPORANEA
La compañía fue creada a fines de 2008, cuando la entonces Secretaría de Cultura de la Nación tomó bajo su órbita al colectivo Nuevos Rumbos. Tras varios años bajo dirección colegiada, llegó esta creadora de 55 años, que bailó en el Colón y se formó en Europa.
Bailarines de distintos puntos del país y del continente con formaciones diversas. La posibilidad de que ellos mismos coreografíen obras. Funciones gratuitas en Buenos Aires y en el interior, giras, actuaciones en cárceles, fábricas y escuelas; talleres y seminarios gratuitos. Una modalidad de funcionamiento horizontal, con una dirección que se aleja del verticalismo. Estos rasgos hacen de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea (CNDC) un elenco atípico.
página 12Se creó a fines de 2008, cuando la entonces Secretaría de Cultura de la Nación, hoy Ministerio, tomó bajo su órbita al colectivo Nuevos Rumbos, formado por un grupo de intérpretes del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, desvinculado de ese cuerpo de baile a raíz de un conflicto laboral. El grupo funcionaba como un elenco de danza independiente, con una dirección colegiada integrada por los mismos bailarines, y se dio a conocer con un primer programa integrado por obras cortas y de su autoría.
A comienzos de 2009 realizó su primera función bajo la órbita estatal y con nuevo nombre, Compañía Nacional de Danza Contemporánea. Durante cinco años, mantuvo la conducción colegiada, realizó funciones en su sede (el Centro Nacional de Música y Danza que funciona en la ex Biblioteca Nacional, el impresionante edificio ubicado de México 564), en el interior del país y también en espacios no habituales para la danza. En 2013, el elenco prefirió concentrarse en la interpretación y la creación de obras y decidió delegar la dirección. Se presentó una serie de candidatos, de la que finalmente quedó una terna. Y de ese trío de nombres propuestos, la Secretaría de Cultura eligió en octubre pasado a la cordobesa Cristina Gómez Comini como directora artística. Esta creadora de 55 años cuenta con una extensa trayectoria en el país (se formó y bailó en el Teatro Colón y en el Ballet del San Martín); también en Europa, donde vivió catorce años. Allí se perfeccionó junto a Maurice Béjart en el Centro Mudra de Bruselas, bailó en su compañía Ballet del Siglo XX y en el grupo de danza-teatro belga de Micha van Hoecke, L’Ensemble.
Actualmente integrada por veinte intérpretes, la CNDC acaba de regresar de Brasil, donde inauguró el Foro Internacional de Danza del Estado de San Pablo con el estreno de Sansón, de Diana Szeinblum. También presentó Río Conmigo, de Diego Franco (integrante de la CNDC), y Monte, tierra cautiva, de Ramiro Soñez, asistente coreográfico del elenco, además de dictar seminarios para intérpretes de distintos niveles. Esta noche hará Sansón para el público local –a las 21, en su sede del barrio de San Telmo–, y quiere seguir con este espectáculo que llena la sala en cada función. La flamante directora habló con Página/12 sobre su labor al frente del elenco y sobre el auspicioso momento que vive la compañía.
Volver a Buenos Aires fue un cambio en un momento en que uno tiende a asentarse. Pero la danza pudo más: me atrajo la compañía en sí, su heterogeneidad, su modalidad participativa. Es un grupo muy diverso, con bailarines formados en clásico, en contemporáneo, en teatro. No vienen de la misma escuela y esto le da un color especial, un interés por explorar y por el riesgo que me interesa potenciar. Además, la dirección colegiada que mantuvieron por años me desafía a un tipo de dirección distinto. Si bien soy la directora artística y tengo la última palabra, estamos permanentemente en diálogo, buscando el consenso. No es una dirección verticalista, los escucho mucho. Este formato que estamos construyendo es una experiencia nueva para todos. Es más, dentro de dos años, cuando termine mi gestión, se evaluará cómo seguir.
Cuando los bailarines la propusieron como candidata, tuvo que presentar un proyecto artístico. Uno de los puntos de su propuesta era dar mayor visibilidad a la compañía. En este sentido se enmarca el reciente viaje.
“Sabía que nunca habían salido del país y quise llevarlos a Brasil, donde se realiza un festival joven y pujante. Fuimos la delegación más numerosa, no están acostumbrados a elencos tan grandes. Llevamos un programa muy variado, con una obra muy contemporánea como la de Diana (Szeinblum), una muy divertida como Río Conmigo y otra de corte más popular como Monte…, que hicimos al aire libre. Fue una manera de fortalecer los lazos con un país vecino que tiene una tradición en el aspecto social de la danza, en la formación de sectores no favorecidos y en la inclusión, que es algo que nos interesa”.
También quiere darle más visibilidad dentro de la ciudad de Buenos Aires, que la compañía no esté recluida en su sede. En esta línea, un grupo de bailarines ya está inmerso en un proyecto de cruce que se hará en la Casa del Bicentenario: un trabajo de investigación y producción coreográfica centrado en la filmografía de Leonardo Favio. El otro gran proyecto del año involucra a Lisi Estaras, la talentosa coreógrafa argentina radicada en Bélgica, donde integra Les Ballets C. de la B., una de las compañías más prestigiosas del mundo. “Estamos en un momento de transición con el pasaje de Secretaría a Ministerio de Cultura. Esperamos que todo lo que ya fue aprobado sea ratificado por las nuevas autoridades y podamos concretar los proyectos, como la visita de Lisi para crear una obra con la compañía”, comenta Comini.
Otra iniciativa en marcha es la creación de una obra coreografiada por un bailarín del elenco, Daniel Payero. En los meses próximos están previstas giras por el interior del país, funciones en la cárcel de Ezeiza y un proyecto relacionado con coreógrafos y músicos iberoamericanos que montarán tres obras con la CNDC. Por el momento, el elenco –formado por intérpretes de Buenos Aires, Mar del Plata, Córdoba, Santa Fe y Colombia– sigue con su entrenamiento diario, que excede las clases de técnica clásica, contemporánea e improvisación. “Nos interesan otras disciplinas, como el ashtanga yoga, el clown, el canto, el trabajo con objetos. Tomaron un seminario de dramaturgia con Mauricio Kartún y a fines de este mes harán uno sobre análisis de obras escénicas con Silvio Lang”, comenta Gómez Comini.
Consciente del bache que existe entre la formación y la práctica escénica, la directora lleva adelante un programa de pasantías federales, por el cual cuatro bailarines por cuatrimestre se instalan en Buenos Aires para entrenar y participar de las funciones. Para dar una idea de la horizontalidad del elenco, Gómez Comini se detiene en las clases diarias, que son motivo de discusión. “En algo estamos de acuerdo: no hay que entrenar sólo la parte física, también lo interpretativo y lo sensoperceptivo. Pero no lo decido yo sola, lo conversamos y se vota. Me interesa esta modalidad consensuada, que para mí también es una novedad y un desafío complejo. Porque si ellos decidieron tener un director es porque quieren delegar ciertas cuestiones pero, a la vez, la horizontalidad está en el origen del grupo. Nunca van a estar todos de acuerdo, es un ejercicio de convivencia desde la autenticidad y el respeto por el otro”, concluye.
Por Carolina Prieto
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