La Mañana de Córdoba – Lunes 19 de octubre de 1998
Con mucho menos público que en un estreno del ballet oficial, presentó este fin de semana su espectáculo «Sueños de la Razón» el grupo independiente Danza Viva que dirige Cristina Gómez Comini, titular también del cuerpo de baile de la provincia.
Integrada por Ana García, Viviana Fernández, Malena Murúa, Carolina Rocchietti y Nora Witanowsky, la agrupación ofreció un trabajo de largo aliento ideado, coreografiado y dirigido por Gómez Comini, quien en pocos años ha sentado un referente ineludible en la danza contemporánea de Córdoba.
Sobre una selección de música no convencional (Germán Cancion, Leo Viola, Rubén Blazco, Steven Brown, Meredith Monk, J.S. Bach y música sacra rusa), la obra explora el movimiento corporal siguiendo elementos propios de la composición musical como, los contrastes de tensión y relajación, repeticiones, cánones, desarrollos. Esta orientación está confirmada por la propia directora: «En estos trabajos donde el movimiento parte de una idea, de una sensación, yo creo que la encaro muy parecido a una composición musical, tengo células que se remiten, células que se desarrollan, etcétera. En cuanto al origen del movimiento, siento que me alejo cada vez más que los códigos, y me acerco más o me interesa buscar movimientos nuevos, pero que tienen valor sólo si nacen de una búsqueda y de sensaciones determinadas, sino no tendrían fuerza. Compositivamente y toda la estructura del espectáculo tiene elementos comunes con una partitura musical».
El resultado es una coreografía expresionista, surcada por un trabajo muscular micro rítmico, de figuras no previsibles e incluso cierto efecto inhumano. Se crean perfiles andróginos, o tal vez asexuados. La directora expresa que la falta de bailarines masculinos en el grupo es una determinación del medio, no un enfoque personal de la danza: «Somos todas mujeres porque hay pocos hombres en la danza, y los pocos hombres, digamos, que están formados como para subir al escenario, están comprometidos en el Ballet Oficial, y entonces resulta difícil hacer un trabajo independiente al mismo tiempo. Finalmente, las ideas que surgen son ideas femeninas. A mí no me interesa hacer un espectáculo femenino, pero dadas las circunstancias; terminan siendo sueños femeninos todos, porque somos mujeres».
Elementos de peso como el silencio musical, o a veces el silencio corporal, juegan en un equilibrio formal que es un logro de la coreografía. Dominados por el influjo del sonido, los cuerpos tienden por momentos a ocultar la gravedad o la levedad en las figuras. El trabajo de solos, dúos, tríos y conjunto está también equilibrado; y el nivel de las bailarinas es muy parejo, de excelente nivel.
Entre los mejores cuadros de la obra debe contarse la imagen de las cinco crisálidas que atraviesan lentamente el escenario sobre un coral, y se van despojando de su capullo hasta quedar completamente desnudas; el trío sobre etnomúsica rítmica vocal, de convincente efecto chamánico, que es el único apunte popular en el espectáculo; el pas-de-deux femenino bien secuenciado que lo sucede, y también la inclusión del cello en vivo de Melina Montes Moretti; con la coreografía que suscitan sus notas. En suma, un trabajo que merece-verse y que permite disfrutar un estupendo estadio de la danza contemporánea cordobesa.
Gabriel Abalos